La MoTo
CARNAVAL
Comienzos del mes de Junio 2013. San pedro de Atacama, Norte de Chile.
“Cordillera de los Dinosaurios”, Valle de la Muerte.
Inicié esta empresa en un principio, con deseos de esquivar el crudo invierno elquino. Pero al llegar al Altiplano de Chile a fines de Marzo, el frío se presento en la primera noche en la sequedad del desierto.
Cumplíamos junto a Carnaval, dos meses en el altiplano. Esperábamos que la nevada cordillera de los andes derritiera el blanco, para cruzar hacia la Argentina.
Un día de Junio aparece una amiga de juventud, en la plaza San pedrina. Ella venia llegando desde Egipto, un oasis árido como este. Al encontrarnos, me presentó un obsequio para carnaval, el Escarabajo egipcio. Este signo sagrado llevaba consigo la dirección del sol, así que la agregue a Carnaval en el medio de los marcadores de velocidad, pues carnaval busca la dirección del sol y su norte se modifica con respecto a EL.
Esa noche invitamos a nuestra amiga a
galopar con Carnaval, nos cubrimos con
todo lo posible, utilizamos mucha alpaca y
otras lanas, para cubrirnos, estaba muy
ventoso y el frió quemaba la piel.
Nos montamos en Carnaval en buscando
el Valle de la Muerte. Acompañamos el
frió de la ruta con un poco de música
hebrea, que condimentaba el panorama
desértico con un énfasis musical, que le
jugaba a la perfección a los astros
presentados de aquella noche.
En torno a la ruta, se presentaban las columnas reptilianas de arcilla, luciendo sus grietas en contraste con las sombras de la noche y la luz blanca que proyectaban las estrellas dándole vida a los laberintos negros.
En medio del camino, aparece una entrada oscura, que desde la ruta alcanzaba a abrirnos una terraza plana de tierra dura y lisa. Sin pensarlo más y sin más palabras ingresamos al laberinto, hasta donde terminaba la luz del suelo. Dejamos a Carnaval allí, y nos cargamos de hierba mate, hojas de coca, lejia y tabaco.
A pesar de ser un frío seco y ventoso, a medida que nos introducíamos en la oscuridad de aquel laberinto que nos conducía al interior de una montaña, el aire se puso tibio, denso, calmo… sereno.
El silencio de aquella oscuridad y esa temperatura lujosa para una noche desértica, nos daba una acogida bienvenida a su centro con un inevitable y natural respeto.
Las aberturas de la cueva daban a verdaderos ventanales hacia el cielo, cuya suave luz nos indicaban las puntas de aquellos filos que exponían las rocas cavernosas.
Estuvimos en silencio horas, la serenidad y la temperatura brindo tal comodidad que sentí mi participación de un acontecimiento solemne, una tierra de escasez me brindaba abundancia entre medio de lo seco, del frío, del calor del día y la sed. La kinética del cuerpo se modificaba con el cambio de respiración, con la densidad del aire, el calor y la quietud. Caminamos como astronautas entre Marte, la Luna y la tierra, mientras las estrellas que se observaban desde una abertura de la caverna, me planteaban la perspectiva de observar al cielo como una laguna estando sobre ella.
La noche me indicaba el comienzo de una nueva empresa con Carnaval, nos prepararíamos para buscar un nuevo norte.
“Bienvenido, ahora puedes Marcharte”
Pd: Mi madre me dijo "Cuando la fiesta se pone buena, márchate antes de que empeore".
Inti Sur.
V.-"Intraterrestre Atacameño
en la Cordillera de los Dinosaurios"