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CRÓNICAS DE CARNAVAL

 Paso Trasandino de Jama, Frontera de Chile Con Argentina.

Atacama 20 de Agosto 2013. Estado De Chile.

 

10 am.

 Inti asomado en esplendor, anunciando la próxima estación del tiempo primaveral.

 

San Pedro de Atacama, aire frió seco quemante y sal.

Para los habitantes del planeta tierra es indispensable formalizar documentos para pasar de un límite político a otro, pero en fin, eso no es más que papel pues en ese momento vuelvo a comprobar, lo realmente importante, lo real, la ley física y natural que rige la omnipotencia del Sol, pues un día como este me reitera que al final de todo papel o burocracia, que es Él quien permitiría atravesar el cordón que conecta el continente. El invierno aun no acaba, la temperatura, la luz son  realmente fundamental en lo vital para atravesar  por tierra la majestuosidad de la cordillera.

 

Cruzamos Los Andes a fines de un invierno seco y crudo desde la hostilidad del desierto más árido del planeta. La altura y la falta de oxigeno, es la puna de Carnaval y la mía, por lo tanto la bolsa de hojas coca fue un detalle que procure encargarme de tener con anticipación los últimos días de preparación,  así también la ropa para la travesía.

EL contexto y las condiciones de esta empresa  generó al pasar las rutas, los climas y la economía, el comienzo del desarrollo de un método de empresa en la que se suman técnicas que se perfeccionan mediante el ensayo, el error y la constancia, por ejemplo el último tiempo en San pedro de Atacama, dediqué gran parte de los momentos a confeccionar, diseñar la tecnología para proteger el cuerpo desde el vestuario, la integración del cuero en el pantalón, la mantención de los accesorios de cuero con grasa de caballo y betún, como en el caso de las alforjas y la botas, que son técnicas de mantención del material que permiten darle mayor duración y  una estética que se suma a un lenguaje entre mi identidad y Carnaval, pues dentro de todo cada detalle estético tiene una función práctica que ha logrado generar la utilidad esperada, pero el tema de “El Método” de la empresa lo dejaremos para el desarrollo de una crónica dedicada específicamente al análisis de este.

 

Carnaval vuelve a ser cargada con  mayor madures, la carga de esa mañana dejo abajo telas, y vestuarios que ya no serian indispensables, pero esta misma necesidad de dejar atrás algunas prendas u objetos producen el retorno de aquel sistema económico de antaño, el trueque, el intercambio, de modo que, lo que deja de ser necesario, pasa a manos de para quien le es, que por otro lado me provee de nuevos elementos prácticos que me otorgan los nuevos rostros y  fraternidades que se involucran a la empresa haciendo un traspaso de buen desear y buenas rutas para las próximas junto a Carnaval; aparecen nuevas prendas para protegerme del frió en la montaña, pañuelos y elementos de protección como medallas u amuletos que se integran a los detalles de La Moto Carnaval.

 

A unas cuadras del Poblado Atacameño está ubicada la oficina fronteriza del Estado de Chile, ahí, unos cuantos camiones con diferentes placas de diferentes naciones, argentinas, brasileñas, bolivianas, paraguayas y chilenas. Dejo a Carnaval a un costado de los camiones en descanso, todos nos observan, algunas sonrisas, algunos ceños fruncidos, algunos se acercan a observar a Carnaval de cerca, yo me enfoco en no tardar en lo que tenía mi corazón enrojecido, cruzar la cordillera.

Se me acerca un grupo de hombres con insignias, unos de estos me habla con un tono peyorativo y burlesco,

“¿Hacia dónde vas?”

“A la Argentina”

“¿Y en “esta” crees llegar?”

“Claro, acaso no me viste bajarme de ella?”

“¿No te da miedo que se te quede ahí arriba?”

“Tengo todo lo que necesito, tampoco tengo apuro y ya he vivido en cordilleras ¿viste que llevo una pala? por ejemplo. No, miedo no”

“Bueno, tengo una cajita de  fósforos, te la puedo pasar?

“No, gracias, el fósforo se apaga con el viento que hace ahí arriba y la pólvora se humedece fácil ahí.”

“No, te digo por si se te queda tirada, le pones un fósforo al estanque y tienes menos peso”

“No gracias, me pesan los huevos que tengo para cruzar y esos no se venden en el mercado”.

 

Carnaval parte hacia arriba, me detengo, saco un puñado de coca para mascar con un pedazo de lejía (una pasta negra y dulce a base de cenizas que estimula las glándulas salivales y permite una digestión aun más efectiva de las propiedades de la hoja de coca), cubro el rostro con el demonio rojo, cubro manos con guantes, envuelvo el cuello en pañuelos y bufandas de lana,  dentro del abrigo cubro el pecho con papel de periódico para aislar el frío. Saludo al Sol, agradeciendo la perfección de la mañana, Carnaval ya está en temperatura, yo también, miro a San Pedro a mi espalda,  marchamos agradecidos.

 

Licancabur volcán esta al costado norte, tras él está Uyuni, Bolivia, hacia nuestra dirección está la provincia de Jujuy, Argentina. El Camino se empina cada vez más, cada segundo multiplica mi libertad, aun quedaría más camino ¿cuánto? no lo sabemos, la numeración en kilómetros no es ya la referencia, pues la velocidad es mínima, y en esta empresa, la lentitud es el valor y el detalle de observar, de apreciar. 

Subimos la majestad, los niveles más altos de la Tierra queriendo acercarse a Dios, al Sol, Al Inti, es Su Majestad queriendo ser La diosa del Inti, es la elevación terrenal hacia el cielo, la pirámide que nuca construyó el hombre, el templo, la que nos almacena el agua durante el invierno en forma de blanco y nos devuelve ríos por sus pendientes cuando el sol le indica con calor, el agua cae y vuelve a subir a su altura haciendo el ciclo.

Las llamas corren a nuestro lado, los zorros se escapan, se asoma nuevamente la sal que se confunde con el hielo, y el hielo nos muestra sables filudos y pronunciados como colmillos de un ser enorme, los rosados son flamencos que se acercan en bandadas hacia las lagunas que posan los montes y algunas flores de pigmento lila se hacen brillar entre rocas, la sal, la arcilla, arena y algunos oasis de colas de zorros y cañaverales que me recuerdan siempre la primavera Elquina y un viejo hogar que ya pasó a ser parte de mi.

Vicuñas y alpacas durante el camino, logré distinguirlas, son todos estos cuadrúpedos primos que caminan entre los cardones, que son cactus gigantes similares a los quiscos, pero a una escala de1 metro de diámetro y 4 metros de altura los más pequeños, pues habían algunos aun más gigantes.

 

El frío seco de los hielos y la potencia del sol mantuvieron mi cuerpo en completa actividad y estado de alerta, los detalles fueron siempre infinitos. El tiempo volvió a desvanecerse en medio de lo real que me mostró la montaña, Carnaval avanzaba cada vez más lento, volvía escuchar la tos que tubo en el desierto entrando al altiplano. Pero en medio de esa belleza pura, no había preocupación alguna, es más, son esos momentos en que los hombres nos atrevemos a decir en voz alta, “En medio de esto, morir seria cumplir con una vida completa”, hoy cuando empaqué, me di cuenta  que me quedan cinco vidas más para vivirlas a mi modo, y mi juventud me regalaba bellezas que se asomaban por mil en menos de un segundo, como si la tierra me besara como una diosa y el Sol me quemase diciendo que estoy haciendo lo correcto.

 

La ruta se decoraba con puntas de hielo que reflectaban la luz del sol, como recién pulidas con el viento, que a rato se enloquecía junto a mí. El viento grito muchas veces, hasta el punto de ya no distinguir los gritos del  viento con los míos. Remolinos blancos de sal, rojizos y amarillos, junto a pequeños parientes aguileños  y liebres. Montañas entre montañas, Licancabur desaparece a mi espalda. Éramos Cordillera, yo y Carnaval, una vez más reafirmando el significado de su nombre, la explosión de las pasiones en un cuerpo.

 

El sendero comienza a ser menos empinado y empieza un suave descenso entre un paisaje puramente blanco, como un laberinto entre corales de tierra, que desaparecían en degradé hasta dejarnos en la entrada de pasteles de arcilla, que lucían diversas capas de colores cálidos en medio de dunas lisas que nos recibían con matices de suavidad, con algunos contrastes de suelos agrietados, como un puzzle de tierra, como la entrada a un salón de baile por donde los flamencos ingresaban a una verdadera playa entremedio de dos naciones, una playa de aguas calipsos, donde los flamencos jugaban al amor. 

Carnaval ya casi no avanza, no avanza. 

Queda quieta frente a la laguna,  Creo que fue el mejor lugar para detenernos a descansar alimentarnos, un mate, un cigarrillo, mientras Carnaval vuelve de la Puna.

Pd: Cuando cruces con la cordillera de Los Andes o algún lugar con mucha altura, con tu motocicleta de bajo cilindrado,  debes quitarle el filtro de aire cuando se apune, échala andar, y luego que parta, vuelve a colocar el filtro de aire. Ahora que lo sé, lo haré para la “próxima oportunidad” así evitaras llegar otro país de noche.

 

Inti Sur.

VI.-"La Cordillera de los Andes parte I"

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